Un estudio de IrsiCaixa define el umbral a partir del cual la presencia de VIH resistente requiere un tratamiento específico
La revista 'The Lancet HIV' publica un estudio que demuestra que, a la hora de decidir el tratamiento antirretroviral para una persona infectada por el VIH, la presencia de virus resistentes es relevante siempre que como mínimo un 5% de los virus de la muestra presenten mutaciones de resistencia.
La epidemia de VIH resistente a los medicamentos antirretrovirales es un problema emergente reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En estos casos, si la persona toma un fármaco no adecuado no solo no se frena la infección, sino que supone un sobrecoste económico. Una de las medidas para luchar contra este hecho es la incorporación de técnicas de secuenciación masiva en los test de resistencias, que permiten detectar con mucha más precisión todas las resistencias de una muestra viral, pero aún se debía definir en qué casos la presencia de resistencias requería el uso de tratamientos específicos. La revista The Lancet HIV publica ahora un estudio liderado por el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, institución impulsada conjuntamente por la Obra Social “la Caixa” y el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, que indica que la presencia de virus resistentes es relevante siempre que al menos un 5% del virus de la muestra presenten mutaciones de resistencia. Estos resultados servirán para el tratamiento de las resistencias del VIH a nivel mundial.
Los métodos de detección de resistencias están incorporando actualmente la tecnología de secuenciación masiva, que presenta varias ventajas. Por un lado, es capaz de secuenciar el genoma de todas las variantes de una muestra de virus, dando un resultado mucho más preciso, y por otro puede secuenciar múltiples muestras al mismo tiempo, lo que implica un elevado ahorro económico. Sin embargo, su implementación se encuentra en entredicho debido a la falta de consenso sobre el umbral a partir del cual se deben tener en cuenta las resistencias a la hora de prescribir el tratamiento para un paciente. “En los países de recursos escasos, se prescriben medicamentos de primera línea a todas las personas infectadas siempre y cuando no tengan un virus resistente, en cuyo caso reciben tratamientos de segunda línea, más escasos y caros”, explica Roger Paredes, investigador principal del grupo de Genómica Microbiana de IrsiCaixa y médico de la Unidad de VIH del Hospital Germans Trias i Pujol, en Badalona. “El problema era establecer un punto de corte a partir del cual era necesario hacer el cambio de primera a segunda línea, para no suministrar un medicamento más caro de forma innecesaria. Queríamos evaluar si una variante presente en un 10%, un 5% o incluso un 1% podía ser determinante”, continúa.
Más sensibilidad, menos especificidad
Para establecerlo, los investigadores analizaron muestras de pacientes de Kenia, Nigeria, Sudáfrica, Uganda y Zambia. Los resultados del estudio, realizado en colaboración con el Amsterdam Institute for Global Health and Development, indican que, a medida que se reduce el umbral de detección de variantes minoritarias resistentes, se incrementa la sensibilidad, que es la capacidad de identificar los casos en que el tratamiento de primera línea no será efectivo y conviene pasar a otro de segunda línea. Si el umbral se sitúa en un mínimo del 20% de virus con mutaciones de resistencia, se pronostica que la primera línea no servirá a causa de las resistencias en un 12% de los casos; si el umbral se reduce al 10%, en un 13%; con un 5%, en un 15%; y con un 1%, en un 17%.
Sin embargo, el estudio destaca que a partir de cierto umbral este aumento de la sensibilidad implica también una reducción de la especificidad, que hace que el test de resistencias sugiera que habrá más fallos de tratamiento de los que realmente hay.
"Estos resultados sugieren que un buen punto de corte podría ser el 5%, que es el que nos permite predecir mejor el éxito de los tratamientos. Así podemos mejorar la calidad asistencial de cada paciente haciendo un uso más racional de los recursos, lo que nos posibilita llegar a más personas”, comenta Paredes. El estudio, añade, “es una muestra de cómo la investigación en África es beneficiosa también para la práctica clínica que llevamos a cabo en occidente, donde los pacientes también se verán beneficiados de una precisión que les permitirá recibir el fármaco más adecuado para su caso particular”.
La International AIDS Society-USA ya ha tenido en cuenta estos resultados en sus recomendaciones sobre el manejo de resistencias a nivel mundial. Según datos de la OMS, hay países donde más de un 10% de las nuevas infecciones son causadas por virus resistentes. Si la situación no cambia, se calcula que en el período 2016-2020 las resistencias del VIH podrían causar, sólo en el África subsahariana, 105.000 nuevas infecciones, 135.000 muertes por sida y unos costes adicionales de 650 millones de dólares en fármacos.